EL BANDO
El turro 20-03-2013
Pensando, el otro día, en qué consiste ser vecino de El Turro recordé a nuestros vecinos que un día tuvieron que marchar de su pueblo. Muchos para siempre, otros por largas temporadas y también para campañas de recogida de uva, más tarde también a los hoteles. Cuanta gente desplazada, exiliados, tierra ingrata hasta para dar de comer a sus hijos, sería injusto culpar a la tierra, la tierra tenía su amo. El amo, el cortijo del amo, la tierra del amo, si vende o no vende solares el amo, si te pilla el guarda y te denuncia al amo, bien avanzado el siglo XX en el almanaque colgado en la pared, en mi sentir, ahora que lo veo con la perspectiva de los años, la alta edad media. Vega, secano, olivos, almendros…..hambre, pobreza, desesperanza…., verdugos todos. Los hombres en la plaza esperando el peón, las mujeres cargadas de hijos, trabajo, trabajo y miseria. Coger la maleta y salir para un país extraño, un idioma extraño, tirar “p’alante”. Por entonces sí que hacía frío pero ni notarlo, ningún crio llevaba abrigo, a jugar en la santa calle, calle de tierra y piedra, las chorreras cortando por medio esas calles, de noche una triste bombilla en alguna esquina de alguna calle. La calle siempre cerca, siempre entrando en las casas por la puerta abierta, muchas moscas, la casa siempre en la calle, los trapos al sol, soleándose sobre la hierba verde, aún no sabíamos de la bandera de Andalucía, pero las mujeres ya la regaban, agua y sol en los trapos blancos, agua en las malvas verdes. Y las cabras pisando los trapos, la María corriendo, de lejos espantando cabras… Y los marranos y las matanzas, y la candelaria…. El ritmo de la vida de un pueblo. El universo de las eras, mundos redondos, perfectos, futbol, bicicletas y en verano trilla y paja. El mundo del río, las mujeres lavando, el remanso del tío Pedro, cangrejos, el arenal, mas futbol. El puente de palo, el olor de juncos, de los álamos blancos, de algún árbol del paraíso. El río limpio como para beber su agua, y cómo cantaba Miguel Ríos, “en el rio aquel, tú y yo, y el amor que nació de los dos”. Alguien dijo que no hay mas patria que el paisaje de la infancia. Niños pobres en el paraíso, padres desesperados por poder dar algo más a sus hijos. Infierno. Pan sí, pero pan con miseria. Y el bendito pan con aceite, que sabía a gloria, y de lujo si pillabas una onza de chocolate. Y a “graná”, pero solo si estabas malo o tenían que comprarte algo que necesitara prueba. El catecismo, la primera comunión con chocolate en las escuelas, unitarias por supuesto, muchos ni eso pillaron. El tío mantequero y el “no t’arrimeh ar caná”. El canal que no dejaba una santa gota de agua en los campos porque el amo molesto por la expropiación de sus tierras, en un alarde de pura soberbia dijo que no quería agua. A por agua a los caños y el pilón en las tardes de verano con los mulos bebiendo. Y a ver donde nos vamos hoy a ver la tele, “a cá Amalia” y después la cola del churre, “a c’al bar del zorro”…..Y de un día para otro faltaban niños en las calles, en la escuela. “¿onde z’an ío, mama?” A Bilbao, a Barcelona…..casas vacías, menos gente esperando peón en la plaza. Emigraron, se fueron, sufrieron, se adaptaron….vivieron e hicieron posible que los demás también viviésemos. Vaya para todos ellos, para los que volvieron, para los que se quedaron por siempre lejos de su tierra, para sus hijos, los que de aquí salieron pequeños y jóvenes, para los que nacieron allí, para sus nietos, mi recuerdo, mi agradecimiento y estas pobres palabras a modo de homenaje. (homenaje que compartís, segura estoy, todos los que las leéis). Os queremos y os recordamos.
Alquimista Impaciente
Os dejo aquí unas estrofillas de una canción de Ricardo Arjona:
“Dejé un adiós sin luz, el día que me marché
Fronteras de autobús, kilómetros de fe y una novia en el andén
Las calles que vieron mi infancia. La prisa del amor a escondidas
El barrio, el futbol, la vagancia.
Mis padres, mi niñez, mi inocencia.
Todo se quedó allí.
Mi primer contratiempo, mi primera alegría, mi primer argumento, mi primer melodía, mi primer salto al viento, mi primer agonía, mi país.
Más que mi patria, mi raíz.
Más que mi suelo, la matriz que me enseñó a parir pensamientos, mi país.
Más que mi patria mi raíz.
Más que mi suelo, el matiz, que me fue pintando el camino
Mi país, mi país
Yo nunca quise ser otra cosa que el niño más feliz del planeta, que aunque nada era de color de rosa y los sueños los prohibía el presidente, fui a la luna y regresé en bicicleta.
Mis rodillas de lodo, mi cuaderno de historia, mi pandilla, mi apodo, mi fracaso y victoria, mis afanes de todo, mi país, mi memoria………”