martes, 9 de agosto de 2016
El agua tiene memoria, pero le falta lengua ¡Ay, si hablase!
Los turreños no estamos dispuestos a que La Confederación Hidrográfica de El Guadalquivir se eternice en aprobar la concesión de aguas públicas del manantial. No vamos a permitir que mientras el manantial tenga caudal las fuentes públicas estén secas. Esperamos desde el siglo pasado la concesión pública para el pueblo. No debemos seguir aguantando injusticias. Parece mentira en el siglo XXI, con una Ley de Aguas, aquí, en esta parte de la España profunda y seca, de la Andalucía profunda y seca y de la Granada profunda y seca continúen estos atropellos por un organismo público.
La primera solicitud de concesión de aguas públicas para uso doméstico se hizo por el Ayuntamiento a mediados de los años noventa para todos los habitantes del pueblo (incluidos los vecinos del Cortijo San Juan de la calle Huerta Nueva) y en la misma forma.
Dos años más tarde otra solicitud de los vecinos del citado Cortijo pide la inclusión en el catalogo de aguas privadas para tres viviendas (dos de las cuales solo habitadas esporádicamente).
Y la actuación de Confederación, perteneciente nada menos que al Ministerio de Medio Ambiente es cuanto menos sospechosa, injusta y maloliente.Y cuanto más podría ser ilícita, corrupta, imputable y subsanable, pretensión que parece imposible.
Un organismo público que desatiende la petición de aguas públicas dando callada respuesta y que otorga la inscripción en el catálogo de aguas privadas ¿Por qué?
Todo esto es la historia, por una parte, de abusos antiguos y sistemáticos, de cuando los amos aún lo eran, todo esto unido a un pueblo sin nadie que lo representara, con alcaldes a 12Km que jamás hicieron suyo el problema del agua de El Turro, de un pueblo acobardado por la pobreza y la ignorancia, y ahora que son amos ya de nada –aunque se piensen que de las aguas-, ahora que andamos menos ignorantes y parece que mas representados y apoyados, nos encontramos sometidos a otro amo mas poderoso, arbitrario y déspota:
-Los solicitantes del cortijo en calle Huerta Nueva piden el agua para uso doméstico, uso que ya poseen de la red municipal, canalizada hasta sus viviendas y potabilizada. Pero qué energúmeno o energúmenos de esta confederación no comprueban la veracidad del uso que solicitan.
-Los solicitantes deben presentar escritura del terreno donde se asienta el manantial –imagino– y la presentarían pero del tiempo de su tatarabuelo, de hecho cuando presentan la solicitud la propiedad ya no es de su pertenencia, y que tuviesen servidumbre de las aguas –como si mañana un notario me hace una servidumbre sobre Marte- no les hace de manera alguna sus legítimos propietarios ni en forma alguna sus merecidos beneficiarios mas cuando ya consta otra solicitud de aguas públicas anterior. Y con más razón cuando la ley de aguas declara públicas todas las aguas del territorio español, razón esta que da preponderancia al uso público y en este caso concreto cuando los peticionarios de aguas privadas ya tienen suministro de la red publica. Increíble.
- La confederación del Guadalquivir, no olvidemos perteneciente al Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente aprueba la solicitud de inscripción en el catálogo de aguas privadas para quince vecinos, si ponen ochenta igualmente se la concede todas, ahí no ha habido empadronados quince vecinos en la historia del municipio, cuando mas cuatro o cinco, pero, claro, como había prioridad para hacerlas privadas tan siquiera piden al ayuntamiento un certificado de empadronamiento. Eso es llevar un expediente de forma eficaz y con ganas.
- Este santo organismo, porque ante tanta magnanimidad para una parte ya no sé como llamarle, (y repito ministerio de Medio Ambiente) concede el agua para consumo doméstico pero se olvida totalmente, -cosa más rara-, a dónde van a parar esas aguas limpias y gratis cuando sean negras. ¿Les exige a estos vecinos red de alcantarillado, le pide informes al ayuntamiento de la existencia de saneamientos, les exigen fosas sépticas reglamentarias? Qué risa, pues claro que no, son funcionarios del Ministerio de Medio Ambiente no una partida de sinvergüenzas, les conceden la anotación pero al parecer su vertido ya no es de su competencia –pienso, Ministerio de Medio Ambiente dejando aguas negras vertidas de forma ilegal, menuda paradoja-.
-Este omnipotente organismo público, por si todo lo anterior fuese poco, obvió que en el pueblo ya existían fuentes públicas que se abastecían de ese manantial “tan privado”, obvió que un informe anterior de un trabajador de dicho organismo ya hablaba de la existencia de las mismas que, incluso antes de tener agua potabilizada del Embalse de los Bermejales, era la única forma de abastecimiento del pueblo, obvió que Diputación ya hizo un depósito para uso del pueblo que se abastecía de las aguas de este manantial “tan privado” ¿cómo no sancionó a Diputación por favorecer el almacenamiento de unas aguas derivadas sin autorización?, incluso existe escritura publica de servidumbre de una fuente adosada a la fachada de una vivienda particular que ya en 1906 se abastecia de las aguas “tan privadas”. Yo también debería obviar que ciertos funcionarios son honestos, que se ganan sobradamente el sueldo que sale de los presupuestos del estado que todos pagamos con nuestro impuestos.
- Este organismo público, imagino que en su afán ejemplarizante y castigador impuso al pueblo una sanción de unas cuantas decenas de miles de euros, a este pedazo de pueblo rico y próspero o lo que es igual a su ayuntamiento suntuoso en deudas -debido al buen gobierno del mismo que ejecutaron sus adalides sociolistos, que el nombre de socialistas les viene treinta tallas grande solo con compararlos con algunos socialistas del pueblo y con otros que desgraciadamente ya no están entre nosotros-. Un pueblo de jornaleros en paro y de jubilados en su mayoría, imagino que para cobrarse la multa tan merecida esta justiciera Confederación debería haberse quedado con todos los edificios municipales y los cuatro euros de las míseras cuentas bancarias de todos los vecinos que devolvimos las aguas a las fuentes públicas, e igual ni les llegaría para cobrarse la totalidad de la sanción.
- Y la razón, la causa, la norma infringida para la pena máxima que nos impuso este justo organismo público fue ni más ni menos la derivación de aguas privadas a las fuentes publicas, una infracción que llevamos cometiendo desde tiempos inmemoriales y que a Confederación ya le constaba. Las aguas siempre públicas ahora las catalogan de privadas y ante todo deben proteger a sus beneficiados, tantísimos miles de euros son un buen susto, tantos como para hacernos desistir y perjurar de nuestro derecho. Un abuso de poder en toda regla.
- Y lo mas repugnante de todo esto, ya de por sí verdaderamente increíble, es que los beneficiados con solo una pequeña parte del caudal del manantial decidieron quedarse con todo el caudal del nacimiento, no sé si de motu propio o aconsejados por algún ectoplasma del citado organismo público, léase Confederación, de hecho aún no se les ha obligado a poner un caudalímetro. ¿Acaso no estaban los beneficiarios derivando agua que no les había sido otorgada? Y para ello contaban con la ayuda inestimable de la, por entonces, alcaldesa pedánea con grado de parentesco con una de las beneficiarias en primer grado. Así que antes aún de la anotación en el catálogo de aguas privadas ya estábamos los turreños con las fuentes como vaca en casa de pobre, dando mucha pena y “ná” de leche.
El caudal del manantial es muy superior a los 1095 metros cúbicos que podían tomar, por tanto han y están derivando a troncho y mocho a sus grifos privados. Pero para ellos nada de informes del guarda fluvial, nada de infracciones, nada de sanciones. Ya nos hubiese gustado al resto de los solicitantes del agua que nos hubiesen tratado con tanta condescendencia, que nos hubiesen pasado la mano por el lomo con tanto cariño.
-Fuimos los vecinos y no el ayuntamiento los que nos mosqueamos ante el corte total de agua de las fuentes públicas, nos plantamos en el manantial y devolvimos al agua su memoria. Se personó la guardia civil, a petición de los beneficiarios, y tomo datos de todos los que cometimos tamaña infracción. Pero cómo iba a multar el santo organismo público a un puñado de pueblerinos, en su mayoría jubilados, claro que no, queda menos cruento e igual de ejemplar multar al Ayuntamiento. Allí no se personó ni un solo representante de la corporación municipal, por cierto muy adeptos a la privatización de las aguas y al corte total para el pueblo, lo que les costó la llegada de una E.L.A. para la pedanía y una moción de censura, fíjense si el tema del agua es importante o no para los turreños, por no hacer más pupa y no hablar del descalabro de las pasadas municipales en El Turro. Así defienden los sociolistos los intereses de sus vecinos. Aquel día de verano, que nos decidimos a devolvernos el agua, había votantes del PSOE, del PP, de IU, pero ni un solo sociolisto. El agua en el Turro no es ideología, no es política, es dignidad, es lucha contra el abuso, es David contra La Confederación hidrográfica del Guadalquivir, un gigante que permite la forma más rancia, más anacrónica, más represiva, más caciquil y más corrupta de dejar a un pueblo pequeño y pobre sin el agua que han usado durante siglos.
Y es que debió ser, para Confederación, mucho mas necesario, mas democrático, mucho más acorde con la intencionalidad de la Ley de Aguas anotarla como privada y regalarla a tres casas del pueblo sin saneamientos que hacer una concesión pública para el Ayuntamiento, que la potabilizaría, la conduciría al depósito, canalizándola y pasando por los contadores de todos los vecinos, y dejando las fuentes para que propios, y foráneos calmen su sed o llenen sus botijos, haciendo así un uso racional y justo de tan preciado elemento.
-Cientos de años derivando aguas para beber, para cocinar, para los animales, para regar la hierbabuena, hasta que un organismo público se salta el derecho de El Turro a las aguas, decide otorgarles al 1’3% del total de los solicitantes el carácter privado de todas porque de hecho ni siquiera les obliga a instalar un caudalímetro. Ante el requerimiento municipal de la instalación de dicho medidor los beneficiarios del agua aluden a que el Ayuntamiento no les deja instalar dicho aparato. Y yo me pregunto cómo se lo impide, con una pareja de polis locales, con la instalación de una alambrada electrificada, con un guarda de seguridad privado acompañado de dos perros hambrientos, con un pelotón del ejercito de tierra, cómo se lo impide, cómo. El guarda de las aguas debe dar una explicación sobre tal impedimento que para eso le pagamos con nuestros impuestos (organismo público) o ¿es que hace horas extras a escote de los beneficiarios de las aguas? O ¿es que Confederación se conforma con esa pavada? Lo que pasa es que la parte de agua que le han anotado les debe parecer poca siendo gratis. Después de todos estos años sin medida ni reparo queda clara la querencia del órgano público.
Y de nuevo nos quedamos sin agua, ¿por qué? ¿Se ha secado el manantial, han activado una de sus innumerables tuberías para dejarnos otra vez en seco? ¿Por qué vuelve a salir agua por la fuente de “el estanque” que los vecinos beneficiados dejaron seca hace más de 20 años? ¿Ya les sobra agua?
Y digo innumerables tuberías, y me quedo corta, ahora que han sido obligados a llevar a la red de saneamiento sus aguas negras, obligados por el actual Ayuntamiento claro, hemos visto en esas obras cantidad de tubos por todos lados, qué leches conduce tanto tubo, si solo deben tener la tubería de las aguas públicas y potables, ¿también utilizan un camino municipal para sus aguas privadas? ¿Quien les otorgó tal servidumbre, Confederación del Guadalquivir, ellos solitos, el notario que les dio la servidumbre obviando la necesidad y el uso que tenía todo un pueblo, la corporación anterior? Pues igual también. Pues no valen servidumbres en dominio público o eso creo. ¿Cómo lo público puede pasar tan fácilmente a ser privado? Ya ven ustedes lo que ha pasado con las aguas.
Yo me pensaba que una inscripción en el catálogo de aguas privadas no tenía la protección administrativa del organismo publico ante cualquier conflicto, que solo podían acudir a jueces y tribunales y por lo visto no es así, cuando volvimos a dar agua a las fuentes publicas fue Confederación quien atendió la llamada de auxilio de sus beneficiados y nos sancionó, de hecho creo que ya vamos por la segunda. ¿Podría ser que solo tuviesen protección especial por Confederación las aguas concedidas como publicas y las de inscripción privada solo tuviesen defensa ante jueces y magistrados?, pues de ser así… necesitamos un bufete de abogados o una visita a La Fiscalía.
Es cómodo quedarse en casita, no destacarse, no luchar por el agua, es cómodo sin duda, decir “yo solo bebo agua embotellada”. Es cómodo sin duda y a la par es un comportamiento, para mí, indigno aprovecharse de la lucha de otros e ir con las garrafillas al caño, pero allá cada cual con el peso de su “jeta”. A los indignados no nos pueden detener los “jetas”, no nos importa, luchamos por nuestros derechos y también por el derecho de todos los que se quedan en casa, luchamos por los pobres derrotados de mente y de espíritu que dicen que el agua es de los “señoricos” pero que no renuncian a darle sentido a sus botijos. Luchamos en homenaje de los que antes lucharon y que ya no están entre nosotros y que lamentablemente son ya muchos.
Luchamos por agua pero sobre todo por dignidad, por la dignidad de un pueblo.
Solo me queda animar a todos los que se sienten identificados con esa hermosa palabra, los que luchan, los que se rebelan ante la injusticia y el atropello.
El AGUA DE EL TURRO Y ASÍ DE TODOS.
(Este agua debe contener algún mineral raro, seguro. Un mineral que debe lijar y pulir de maravilla, ya ven como me pone a mí la lengua de afilada)
Mucha salud para todos y que les vea muchos años trajinando con los botijos y las garrafillas.
En El Turro a 4 de Agosto -y sin agua en los caños- de 2016
Alquimista Impaciente